Uno de los grandes misterios es la caída del atman en el cuerpo y su nescencia o desconocimiento de la verdad, de donde después surge ese deseo y voluntad de despertar y de liberarse, condición necesaria para la práctica espiritual del yoga. El atman al asumir los condicionamientos de la buddhi se identifica por error con esa entidad ilusoria, por eso se considera una individualidad y al asumir sus cualidades parece que es quien actúa.
El atman se identifica con el cuerpo, confundiendo esta "realidad" que nos rodea con la verdadera realidad y cayendo en la dualidad del placer y el dolor a través de los sentidos. Este poder ofuscador esta producido por buddhi (intelecto) que fundida con la envoltura mental-sensorial produce el sentido del yo (ahamkara). Debemos desvincular buddhi (intelecto) del flujo mente-sentidos, interrumpiéndolo e impregnándolo de sattva, finalmente será libre para reflejar la luz de atman.
Esta desvinculación y conocimiento de buddhi es una intuición instintiva o intelectiva, fuera de condicionamientos, favorece el amor y la comprensión universal. La inteligencia disaciociada del yo-ahamkara egocéntrico es el camino para la claridad del sat-cit-ananda del atman, un puente hacia búsqueda pura de atman.
Existe una envoltura de conocimiento que resplandece en el prana del corazón, que se superpone a atman, es jiva o la síntesis de las reacciones energéticas, el principio de la vida-individualidad. Jiva es una representación de la conciencia que a menudo buddhi confunde con atman. Sin embargo atman es no-nato. Aquello del cual todo se produce y se determina sin ser él determinado ni producido por nadie. El velo ofuscador de maya universal y de avidya a nivel individual, hace que lo imaginemos como jiva experimentador.
Cuando este velo de maya-avidya se rompe, el atman se resuelve Brahman y jiva desaparece; porque en definitiva todo es uno y nunca ha dejado de serlo.
"Lo que es producto de la imaginación y nace de la ilusión no puede aceptarse ni siquiera como hipótesis" dijo el maestro.
