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Tras la gran crisis financiera de 2008 inspirado por el estrés profesional y una vida llena de nerviosismo, comencé a ir a dos clases a la semana en la escuela de Yoga Patanjali, en Retiro (Madrid) a manos de Amable Díaz. Es increíble lo que cambia la perspectiva un poco de yoga.

Quise aprender más así que me apunté el curso de Hatha-Yoga de la AEPY de 4 años, en esa misma escuela, para aprender a hacer mis propias sesiones y adentrarme en el hinduísmo. Fue una experiencia inolvidable.

Al terminar pensé que me vendría bien una visión más amplia, por aquella época comenzaba la 11ª edición de Sadhana Síntesis basada en el Kriya-Yoga, de las escuela de yoga Bindu en Chamartín; así que me apunté a la reunión explicativa y los dos años de formación pasaron muy rápido.

Cuando cayó en mis manos, en octubre de 2017, "Autobiografía de un Yogui" de Paramahansa Yogananda, fue inevitable, ¡era otra variante de lo que había aprendido con Danilo!

Al leer las recomendaciones de Sri Yukteswar a Mukunda sobre por qué llevar una pulsera de yoga: sus propiedades para ayudar en la evolución espiritual, como elemento protector ante las radiaciones electromagnéticas y su focalizador de la atención; a pesar de mi escepticismo, no lo pude resistir.

Es increíble la fuerza de una idea.

Decidí probar con una con Más plata que cobre, por si aquello no era para mí, y tras llevarla durante meses, me di cuenta de cómo me acompañaba, cómo el yoga formaba parte de más tiempo cada día, sus propiedades... Así decidí compartirlo, mientras también pensaba en ¿Cómo sería llevar la pulsera Astrológica?

Investigué en profundidad la fórmula, las proporciones de los metales, leer, buscar, leer... aprender técnicas de joyería artesanal, montar el taller...

Al año tenía los primeros prototipos de las pulseras, crear algo con las manos, con tanta energía... algo mítico, legendario, casi mágico y que ha traspasado culturas y generaciones.

Sencillamente afortunado de poder hacerlo y compartirlo.